¿Más surrealista que Breton? ¡Vamos!
La pregunta es válida, porque ¿podía existir alguien que fuera, en las primeras décadas del Siglo XX, tanto o más surrealista que los mismos surrealistas o, aún más, que los propios popes del surrealismo? La respuesta es que sí: en el caso de Andre Breton ese ser anónimo existió –aunque seguramente sin saber nada acerca de su propio e intrínseco surrealismo. La historia fue así: ya escrito el "Manifiesto surrealista", ya expuesto crudamente su autoritarismo al expulsar del movimiento a Artaud o a Desnos, Breton viaja a México. Y es allí, en México, donde durante su tiempo de residencia necesita un escritorio para trabajar y decide encargar su confección, como es de esperarse, a un carpintero. Convocado éste, Breton le dibuja el modelo de escritorio que quiere. Y se lo dibuja, obviamente, en perspectiva –supongo que habrá dibujado un paralelogramo o un trapecio. Y el carpintero, surrealista inconsciente, por supuesto que dibujó lo que vio: un escritorio, pero en perspect